miércoles, 14 de agosto de 2013

Algo más sobre el siniestro mercadeo del "presunto" Arte.

El Interbolsa del arte, El reverso del decorado.

Una columna sobre las subastas del arte y el artista Oscar Murillo.  

Por: Lucas Ospina
Publicado el: 2013-07-18 en revista arcadia.com
K, un artista emergente, hace dos piezas. El marchante A vende cada pieza a US$5.000 a B y C, dos coleccionistas prestigiosos. A se queda con el 50 por ciento de la venta y arregla con B y C para que oferten las piezas de K en una subasta. Antes de la oferta el artista se presenta en sociedad: K va con A, B y/o C, a inauguraciones y fiestas; un curador D, asociado a alguna institución, lo entrevista o firma un catálogo promocional con un texto genérico; publicaciones de arte en las que pautan galerías vinculadas a K, o con lazos con A, B y/o C, se referirán a él; circulará el rumor de que K estará en una curaduría colectiva en un museo donde solo exponen individualmente los consagrados.
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Oscar Murillo en su Taller.
Comienza la subasta, pero ¿por qué usar este método para darle un precio a las obras de K? ¿Por qué no dar una cifra y ya? Porque a falta de crítica, o por los problemas y demoras que genera una valoración crítica, la subasta es el medio expedito para inflar y dar legitimidad: la puja por las piezas de K cierra en US$120.000 c/u. El remate fluyó sin contratiempos. K todavía no es muy conocido, sí lo será cuando se conozca el resultado astronómico de la “puja” de B y C. ¿Dónde está el dinero? B pagó la pieza de C, C pagó la pieza de B. Es decir, el dinero no se ha movido, las piezas sí.
Días, meses o años después, B y C ofrecen a un miembro E de la junta de un museo la donación de las piezas de K. Lo más importante: B y C certifican en su declaración de impuestos una relación de US$120.000 c/u por donaciones. En algunos países, un tercio del monto total de lo donado se deduce de la declaración de renta: US$40.000. B y C, que en un principio tuvieron que desembolsillar US$10.000 entre los dos, obtuvieron una ganancia neta de US$35.000 por cabeza (habría que restarle la comisión de la casa de subastas y lo que le corresponde a A por la intermediación).

K recibió US$5.000 por sus obras; es feliz, el dinero le hace bien, el futuro pinta mejor. Si K y sus obras son dúctiles podrá seguir trabajando con A, B, C, D, E y llegar lejos, pero si dejan de serlo, las fuerzas –o los fuertes– del mercado encontrarán un nuevo artista al que mimar.
Lo anterior es solo un esquema perfectible. Un fondo de inversión en arte sabrá conjugar todo el abecedario y redactar cada vez mejor el novelón bursátil: fragmentará el mercado, pagará un cabildero para que tramite más excepciones tributarias por filantropía, tacará con sigilo carambolas más virtuosas, hará pirámides a corto, mediano y largo plazo. Hablamos de arte: la misma libertad y apertura que existe para hacerlo e interpretarlo se extiende a su compra y venta.

Hace poco, en esferapublica.org, Halim Badawi publicó “Business is business: especulación y mercado en la obra de Óscar Murillo”, un análisis intuitivo sobre el furtivo tinglado tras la venta, el pasado 26 de junio, de la obra Sin título (2011) de este artista de veintiocho años de origen latino (colombiano o guatemalteco, es lo mismo). La pieza se vendió en la casa de subastas Christie’s en Londres por US$391.000, “superando trece veces su estimado bajo”. Es un inspirador caso de estudio, tanto, que las dudas de Badawi sobre la importancia y mercadeo de la obra –dentro del conjunto de piezas de Murillo y de otros artistas– fueron subestimadas en el foro por un académico y un analista de mercado. Ambos personajes, acomodados en su rol ilustrado y financiero, parecían hipnotizados por el resultado de la subasta y cumplieron solícitos con la sentencia que el crítico Robert Hughes acuñó en su texto Arte y dinero: “El mercado debe encontrar maneras de poder vender arte mediocre a malo a unos precios lo suficientemente altos como para acallar las protestas estéticas”.
En ese mismo foro virtual, una voz cándida protestó, sacó a la luz el color de piel de Murillo, jugó la carta de la discriminación y gritó: “¡Dejen jugar al moreno!”. Un clamor al que podrían sumarse otros intermediarios de cuello blanco, inversionistas tipo Interbolsa, que gritarían casi lo mismo al unísono: “¡Déjennos jugar con el moreno!”. ¡Éxitos!

                      La verdad es que todo esto da mucho asco...

viernes, 9 de agosto de 2013

¿Qué estas mirando? 150 Años de Arte Moderno en un abrir y cerrar de ojos.




 
Will Gomperrtz

Will Gompertz traza 150 años en la historia de la disciplina en un ameno manual

El divulgador británico de la BBC asegura que "nadie ha superado a Picasso”

Madrid 13 MAR 2013
 
Situaría a Pablo Picasso como el artista moderno más importante y revolucionario, aunque su favorito es Cézanne. El más influyente... Marcel Duchamp ¿Los cinco creadores vivos más importantes? Gerhard Richter, Jasper Johns, Marina Abramovich, Peter Doig y Cildo Mireilles. ¿Y algo sin el más mínimo interés? Las vacas en formol de Damien Hirst o los racimos de globos de Jeff Koons, productos con fecha de caducidad destinados al consumo de megamillonarios. Tanta contundencia en las opiniones proviene de Will Gompertz (Kent, Inglaterra, 1965), director de arte de la BBC y considerado una autoridad mundial en arte moderno y contemporáneo. Desde la ironía que solo confiere esa autoridad publica en España Qué estás mirando. 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos (Taurus).
 
En realidad, el libro requiere algo más que un simple un pestañeo. Se lee más bien como un completo y ameno manual de 472 páginas. El resumen de la historia de la disciplina desde los preimpresionistas hasta las “anodinas” últimas tendencias en las que el autor espera la aparición de alguien con la fuerza de Warhol, Pollock o de su amado Cézanne. Alguien que siga haciendo posible que la contemplación del arte sea lo que siempre fue: uno de los mayores placeres de la vida. Quizá no sea tanto pedir.
 
Periodista y divulgador de arte al que le han servido (y mucho) los siete años en que fue director de comunicación de la Tate explica que su objetivo primero era hacer un libro al alcance de todos. Despojando de toda espesura el discurso artístico. “He buscado un lenguaje fluido, elegante y directo. Es muy fácil enmarañarse y caer en lo pomposo. No quería perderme en la artificialidad del lenguaje, algo muy peligroso porque expulsas al lector”.
En esa búsqueda de la amenidad, Will Gompertz recrea (y en muchos casos inventa) conversaciones y situaciones cotidianas entre los artistas, sobre todo entre los impresionistas. Pero no teme que esta licencia devalúe el interés de su manual. “Mi intención ha sido llevar al lector al lugar en el que se produce la obra de arte, que con los ojos del siglo XXI, se pueda asistir desde primera fila en la representación de lo que ocurrió. Me fascina la gente. No hay nadie en el mundo que no me interese. Si yo me adentro en la vida de los artistas, creo que puedo contagiar ese mismo entusiasmo a los amantes del arte” .
En esa investigación personal de los creadores hay algunos que salen realmente mal parados. Gauguin, por ejemplo, del que dice que en los mares del Sur era un turista, un exbanquero de París que producía pinturas lascivas para el mercado europeo y tenía un gusto irrefrenable por los voluptuosos cuerpos de las jóvenes tahitianas, a las que contagió de sífilis. “No me gusta como persona, es cierto. Fue un gran artista. En el arte, como en todo en la vida, se puede ser un gran creador y una pésima persona. Gauguin no estaría entre mis amigos”.
Un recurso al mapa del metro de Londres en forma de desplegable le sirve al principio del libro para situar los nombres de los grandes artistas de los últimos 150 años y sus paradas obligadas. “No es por barrer para casa”, aclara riéndose. “Reconozca que el diseño del mapa de Londres es bellísimo. Lo mismo que las ilustraciones del artista mexicano Pablo Helguera, habitual de The New Yorker, cuyo sentido del humor me sirve de píldoras relajantes entre un capítulo y otro”.
Esa parte gráfica es una de los grandes hallazgos del libro. En uno de los dibujos se ve a un arqueólogo ante un papiro, y dice: “El texto es incomprensible: debe tratarse del catálogo de una exposición”. En otra, un tipo, a la cabeza de un pelotón de fusilamiento, se excusa: “Nos cuesta menos trabajar con artistas muertos”.
En efecto, el mercado es uno de los blancos favoritos de la ironía y los análisis de Gompertz. “El negocio ha seguido creciendo de una manera enloquecida. Antes, el escenario se reducía a Estados Unidos y a Europa. Pero ahora está China, India, Sudamérica y en el horizonte avanzan Rusia y África. Ya no hay clase media en este negocio. Quedan las enormes superficies y los pequeños artesanos. Nada en medio. Esta situación no es buena para el arte. No puedo decir como acabará. Lo que sí sé es que nadie ha superado a Picasso”.

Hay autores claramente menospreciados que se tratan tangencialmente, y otros en los que BARRE 'PA CASA DESCARADAMENTE como con sus amiguitos llamados   "Young British Artists"   etiqueta que les queda MUY caducada, ya que dichos jóvenes son actualmente UNOS PURETAS DE PLENO DERECHO.   En fin... libro recomendable para la playa en el que se insinúa que el emperador esta desnudo cosa que es digna de elogio, pero claro decirlo muy alto puede ser peligroso.

 

jueves, 8 de agosto de 2013

Marina Abramovic y Lady Gaga.

Lady Gaga junto a Marina Abramovic perpetran un video performance "Gilipoller" para promocionar ‘Artpop’.


Se ajusta  a las reglas del performance, un ruido molesto a poder ser emitido por...

¡Oh Sorpresa!, alguien en pelotas...

¡ BRAVO, BRAVO !